En ocasiones relacionamos el consumo de sal sólo con la del salero en la mesa o la que se añade al cocinar, la que se ve, pero lo cierto es que los alimentos también contienen sal, aunque no se vea. La “sal invisible” se encuentra sobre todo en alimentos preparados, envasados o procesados. Es importante saber que la sal se necesita en una pequeña cantidad cada día que es 5g/persona/día, pero sin embargo consumimos muchísimo más y eso conduce a serios problemas de salud. Por tanto, debemos reducir la sal que tomamos al día, y sobre todo la que tomamos a través de algunos alimentos envasados o precocinados y la que añadimos en las comidas. Para reducir también el consumo de sal, en el conjunto de la dieta diaria, es necesario comer más alimentos frescos (frutas y verduras, pescados, legumbres) que sustituyen a otros envasados o ya precocinados o elegir aquellos que contengan menos “sal” en el etiquetado. Por eso si se compran los alimentos procesados hay que leer bien las etiquetas. El contenido de sal se puede ver en un apartado que se llama etiquetado nutricional donde la sal puede aparecer como sodio por lo que para saber cuánta sal tiene un alimento hay que multiplicar la cantidad de Sodio que aparece por 2,5 ( Sal = 2,5 x g de sodio). Además, a la hora de cocinar…¡deja la sal en el salero! Acostumbra a tu paladar a las comidas poco saladas evitando añadir sal a las comidas una vez que el plato está ya en la mesa. ¡Apunta un truco!: si añades especias o condimentos en tu comida en el plato o en las recetas (orégano, perejil, tomillo, clavo, comino…), aportas sabor evitando así añadir sal a tus alimentos.