El cuerpo humano está diseñado para moverse y requiere, por tanto, realizar ejercicio de forma regular para mantenerse funcional y sano. Aunque podemos apuntarnos a actividades extraescolares o gimnasios, también podemos programar partidos con los amigos, salir a patinar por las tardes, jugar en los recreos o subir las escaleras de casa. ¡Todo cuenta!
Beneficios de la actividad física para la salud
En la actualidad hay evidencia científica suficiente que prueba que los adolescentes que llevan una vida físicamente activa pueden obtener una larga lista de beneficios para su salud:
1. Desarrollo y mejora de la fuerza y la resistencia muscular, aumentando la capacidad funcional y pulmonar para realizar otras actividades, no sólo las deportivas.
2. Ayuda al desarrollo de la estructura y función de las articulaciones y los huesos, para que tu aparato locomotor esté sano.
3. Aprender a controlar el sistema neuromuscular, mejorando tu coordinación y el control de los movimientos de tu cuerpo.
4. Disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares: en general ayuda a cuidar tu corazón. Quizás ahora te parezca “cosa de adultos” pero, en el futuro, la práctica de ejercicio físico te ayudará a prevenir las subidas de azúcar y colesterol en sangre y a controlar los niveles de tensión arterial.
5. Facilita la digestión y la regulación del tránsito intestinal, mejorando las digestiones lentas y los problemas de estreñimiento.
6. Incremento de la combustión de la grasa corporal acumulada y, por tanto, te ayuda en el control del peso, tanto para reducirlo si es necesario como para mantenerlo.
En definitiva, el ejercicio te ayuda en el presente al desarrollo de los huesos, los músculos, las articulaciones o la movilidad y coordinación; y en el futuro, te ayuda a combatir los factores (obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia, etc.) que favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
¿Y si soy sedentari@?
La mayoría de los beneficios expuestos anteriormente pueden lograse, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con un mínimo de 60 minutos de actividad moderada diaria, por ejemplo, caminar, correr, montar en bicicleta, patinar, bailar o nadar. Busca la actividad que más te guste, ¡no hay excusas!
Y si eres sedentario, la recomendación es ir poco a poco hasta alcanzar el objetivo de los 60 minutos al día. Empezar con actividades ligeras y con el tiempo ir aumentando la duración, la frecuencia y la intensidad del ejercicio. Piensa que cualquier actividad, aunque sea inferior a los niveles recomendados, siempre será más beneficiosa que no hacer nada en absoluto.
Empezar cuanto antes
Durante la infancia y la adolescencia se suele mantener un nivel de actividad física más elevado que en la etapa adulta pero actualmente resulta insuficiente. Hemos pasado de jugar en la calle o en el instituto con los amigos, a pasarnos la tarde con el móvil y la consola y así, no le hacemos ningún favor a nuestra salud.
Piensa que los hábitos que se instauran en la adolescencia tales como hacer actividad física o comer fruta y verdura suelen persistir durante mucho tiempo y si coges malos hábitos en esta etapa será más difícil modificarlos en la etapa adulta. Aún estás a tiempo.
Así que ya sabes… “¡Come sano y muévete!”